lunes, 14 de enero de 2013

Adiós muy buenas

Me dirijo con paso firme a su despacho pero en cuanto llego a la puerta, las piernas
comienzan a temblarme y en un instante pierdo el coraje que he tardado semanas en adquirir. Intento recomponerme repitiéndome el mantra “hace falta valor, hace falta valor”. Cojo “aire” y golpeo la puerta.

–“¿Quién es?

–“Soy yo”, Peláez. Quería hablar con usted en privado.

Asomo la cabeza y su gesto afirmativo me invita a pasar. Ya está, ahora ya no hay vuelta atrás, “no hay nada que ahora ya puedas hacer”.

–Verá, señor Vila, quería hablarle de mi situación económica. Sé que son “malos momentos para” pedir este tipo de favores, pero estoy pasando un apuro financiero y…

–No puedo creer que estemos teniendo esta conversación, Peláez. Sabe por lo que está pasando la compañía.

Empezamos mal y yo que creía que esto era un buen plan.

–Sé que todavía tenemos un buen margen de beneficios –continúa Vila recordando su recién comprado Mercedes último modelo– pero, ¿por cuánto tiempo? La crisis nos acecha y no podemos permitirnos…

Me levantaré y le escupiré en la cara. Me aseguraré de darle una buena panorámica de mi trasero mientras le sugiero que se meta el margen de beneficio por su enorme y seboso culo. Sigue con su discurso de manual.

–Somos una gran familia. Y en las familias, lo importante es la unidad de sus miembros. “Juntos, cualquier situación” puede superarse. Por eso, Peláez, los egoísmos no tienen cabida en nuestra empresa.

Danzaré a su alrededor recordándole que es un “cabrón hijo puta” y no me importará amenazarle de muerte con el abrecartas. “Y bailaré sobre tu tumba”. Le propinaré una patada voladora que hará aterrizar su cuerpo en el suelo del despacho.

–Olvidaremos este incidente, Peláez, porque sé que sólo un mal día puede haberle llevado a proponer semejante osadía. Anda, vuelva a su puesto de trabajo y sea un miembro productivo.

Me levanto con mi dignidad hecha añicos. Pero antes de llegar a la puerta consigo recomponerla.

- Prepárame los papeles, maldito hijo de puta. No me esperes mañana. “¡Qué lástima, pero adiós! Me despido de ti y me voy”.

4 comentarios:

  1. ¡Este fin de semana he sudado la gota gorda para hacer este relato! Como quizás habréis deducido por los fragmentos en rojo, la consigna consistía en insertar trozos de canciones conocidas en el relato. ¡Madre lo que me ha costado! Lo mejor será el miércoles, cuando lo leamos/cantemos en clase :)

    ResponderEliminar
  2. Pues te ha quedado chulísima la historia! Cómo ha ido la sesión de canto? Me puedo imaginar las risas! Bueno, pasé a por bravas y no estábais!!!!! bua

    ResponderEliminar
  3. Andrea... increible.

    Pimpinela "¿quien soy? Soy yo".
    No soy un amante de la música, pero solo por eso te has ganado mi respeto. ;->

    Ni siquiera puedo llegarme a imaginar la complejidad de hacer una historia con frases de canciones.
    Pero es que encima, te ha salido coherente, y bien. arrgg...
    "Si la envidia fuera tiña..."

    ¿ Por cierto Andrea , te interesaria una Colaboración UTLAquiana ?

    Si quieres saber más, enviame un email a : untranquilolugardeaquiescencia@gmail.com

    Ya he tenido el honor de contar con Mia para tal colaboración, y ahora me gustaria ampliar el círculo con una portentosa escritora como tu.

    Hablamos,
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. @Mia Pues ya puedes imaginarte nuestra sesión de canto. Escribir lo llevamos bien, pero lo de cantar ya es otra historia... jejeje Eso sí, reirnos, nos reimos! El frío nos hizo rajarnos de las bravas. Yo creía que avisabas a algun@ cuando te pasabas! La próxima vez te enviamos un whats!

    @UTLA Jajajaja Es que a ver, cuando tienes que usar grandes éxitos de la música en castellano, esa canción es un IMPRESCINDIBLE. Lástima que no me cuadraba la de "Sueño contigooo, qué me has dado???" xD Por lo de la colaboración, ¡por supuesto! Me pongo en contacto contigo!

    Muchas gracias a ambos por vuestros comments! :)

    ResponderEliminar