jueves, 12 de julio de 2018

La revolución de las lavadoras

0 rpm.

Cuando se me hinchan los huevos, me cago en su madre.
En la de todos los hijos de puta que me joden la vida.
“¡Tranquilo!”, me dicen, “¡Que os follen!”, les digo yo.

300 rpm.

¿Que qué hijos de puta? Todos.
Ciclistas imbéciles ralentizando el tráfico,
peatones de mierda que van sin mirar,
taxistas y coches petando la ciudad.

600 rpm.
Los putos moteros,
las putas sirenas,
el puto autobús
y la puta Renfe.
Señoras petardas,
señores babosos,
mocosos chillones,
porteros cotillas.

300 rpm.

Me dirás qué necesidad tengo
de soportar su insolente presencia,
de aguantar sus impertinencias molestas
que convierten el día en un terreno hostil.

0 rpm.

Cuando se me agria el carácter, me doy un lavado.
Suavizo todos los odios que me amargan la vida.
“¡Buen día!”, me dicen, “¡Quedad con Dios!”, les digo yo.

1 comentario:

  1. Estimada Andrea,

    Por si acaso, espero que todo ande bien conmigo y mi pequeño blog, no desearía que me mandara a la... centrifugadora. jeje XD

    Muy ocurrente.

    Un abrazo Fabricadora de historias.

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