viernes, 1 de marzo de 2013

El hombre sin rostro

El post de hoy es muy especial. Se trata de una colaboración con uno de mis blogs favoritos de creación de historias: Un tranquilo lugar de Aquiescencia. Os invito a visitarlo para que, además de leer las magníficas historias de UTLA, veáis la otra cara de la colaboración! ;)
Le contraté de oídas. En los círculos en los que me movía, se decía de él que era un magnífico investigador. Disponía de cantidades ingentes de información que estaba dispuesto a compartir por un módico precio y de una pericia especial que utilizaba para descubrir la que todavía no conocía. Era un tipo discreto. Siempre me citaba en callejones oscuros, apartados del bullicio del centro, y se negaba a aceptar enclaves menos ocultos o a encontrarnos a plena luz del día. Jamás llegó a decirme su nombre, pero todos le conocían como Shadow.

Ofrecían una recompensa desmesurada por la captura del individuo sin rostro. UTLA, le llamaban. Su delito, consumir libros sin control, especialmente los prohibidos por el régimen. Se decía de él que no tenía reparos en devorar cualquier tipo de cuento, obra, ensayo o novela. Un tipo con ningún respeto por la ley, que hacía años que regulaba los volúmenes que podían ojearse. Jamás se hablaba abiertamente del tema, pero todos sabíamos que el Departamento de Cultura y Seguridad Intelectual se deshacía de los libros que consideraba subversivos, aunque nadie sabía cómo. Las personas en posesión de textos prohibidos, iban directos a la cárcel, pues se les acusaba de uno de los mayores delitos de la época: atentado intelectual.

UTLA era, por ese motivo, un personaje non grato para el gobierno, por tratarse de un revolucionario reconocido. Nadie sabía qué aspecto tenía, de ahí su sobrenombre, el hombre sin rostro. Se decía incluso que se trataba de un nombre literal, decían que UTLA no tenía cara.

La miseria dominaba el país y, muchos de los oficios se habían degradado hasta dejar de existir. Así fue como tuve que pasar de una vida fácil a una lucha diaria por la supervivencia. La rigidez que caracterizaba ahora al gobierno, había hecho proliferar el número de personas buscadas por la ley y, a su vez, el de cazarrecompensas dispuestos a encontrarlos, entre los que yo me contaba.

Shadow me ofrecía información increíblemente precisa sobre los movimientos de UTLA, pero nunca acertaba los tiempos. Conocía sus acciones, los libros que leía e incluso los mensajes golpistas de las pintadas que al día siguiente inundaban la ciudad. Pero jamás sucedía en el instante que él pronosticaba. Así, se iba con la mitad de lo acordado en el bolsillo mientras yo me volvía con las manos vacías y mascullando maldiciones.

Con el tiempo, tuve que desistir, pues mis ahorros se estaban viendo gravemente comprometidos por la operación UTLA, claramente infructuosa. Pasé a intentar otras cazas, algunas de ellas exitosas, aunque insuficientes. Terminé por mendigar y, finalmente, por robar, como la gran parte de la población que había sido abocada a la miseria.

Fue años más tarde cuando, durante uno de mis paseos habituales por un gran centro comercial en busca de alguna víctima, oí una noticia que me llamó la atención. UTLA había sido, por fin, capturado por la justicia. El inspector de la policía se regodeaba delante de las cámaras de haber dado caza a tan buscado delincuente y les mostraba, como inaudito, cómo era, en realidad, un hombre sin rostro. Fue entonces cuando UTLA, inexplicablemente, hizo resonar una grave voz desde su interior con altivas amenazas que no recuerdo. Quedé estupefacto al comprobar que era, sin lugar a dudas, la misma voz que deslizaba información en las sombras de los callejones.

9 comentarios:

  1. Hola Andrea,

    ¡¡Estupendo!!.
    Gracias a ti Andrea la particular cosmogonía de UTLA crece un poco más.

    Ha sido una colaboración fantástica.

    Y tu historia sobre UTLA y ese mundo distópico... simplemente genial.

    Estoy muy contento.

    Muchas gracias por tu colaboración.
    Un abrazo muy grande Fabricadora de historias.

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  2. Lo mismo digo, UTLA. Es la primera vez que participo en una colaboración de este tipo, y la verdad es que ha diso muy divertido! Y tu parte de la historia buenísima! :) ¡Habrá que repetir!

    ¡Un abrazo!

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    1. Hola de nuevo Andrea,
      Mi parte de la historia solo ha intentado estar a la altura de tu creación. ¡ Seguro que repetimos !
      Un abrazo Fabricadora de historias.

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  3. Hola Andrea. Soy un fiel seguidor, Por no decir un Fan de Utla. Que tambien realizo una colaboración con el y que le a parecido estupenda la colaboración con Utla, me gusta tu blog me pasare por aqui mas a menudo un saludo.

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    1. Hola Javier!

      Muchas gracias por pasarte por aquí, siempre es un placer recibir nuevos lectores :) He sentido curiosidad por tu colaboración UTLAniana y por poco lloro a moco tendido con la música de Fiebel. Me ha traído muchísimos recuerdos y la tenía enterrada en mi memoria, muy lejos.

      Un abrazo!

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  4. Hola Andrea! Como siempre, UTLA nos ha vuelto a sorprender, y es que siempre se mueve en círculos peligrosos...eso sí, todo un intelectual!

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    1. Cierto, Mia! Es que un hombre sin rostro y con gabardina ya es propenso a ambientes más bien lúgubres ;)

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  5. Un toque a lo Fahrenheit 451, me ha gustado mucho, enhorabuena. Vengo también del blog de UTLA por recomendación suya. Y ahora me vuelvo allí a leer la segunda parte (espero que consiga escapar).

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    1. Gracias natsnoC! Efectivamente, el relato es un tributo a una combinación de Fahrenheit 451, 1984 y V de Vendetta. O como mínimo un intento! ;)
      Un abrazo!

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